Tras las bodas de plata, se entra en un periodo de calma, una meseta sentimental, que nos conduce hasta las codiciadas bodas de oro. Cincuenta años de casados que antes pasarán por otros hitos no menos emocionantes, entre los que figuran las bodas de perla, que se celebran a los 30 años del “Sí, quiero”. En otras palabras, el equivalente a tres bodas de aluminio.
Una ocasión ideal para celebrar un evento familiar o en pareja, una cena o comida que ponga el valor el éxito de haber llegado tan lejos: tres décadas de vida en común, con su legado (o no) de hijos e incluso nietos, que debe ser inmortalizado como se merece. Cuenta con Villa Laureana si habías pensado en un acontecimiento que deje huella.
Perlas: regalo para bodas de perla
Así como en unas bodas de aluminio se podría regalar, por qué no, un reloj fabricado en ese material, para las bodas de perla se estila algo más singular y exclusivo. No en balde son pocas las ostras que ofrece un perla auténtica, sin que haya sido provocada por la acción humana para su producción. De ahí que la perla nos remita a la belleza valiosa por poco frecuente, por perfecta, por elaborada a fuego lento.
Como el amor que se celebra en estos treinta años y que, ahora sí, permite la entrada de perlas en la ecuación. Porque la tradición desaconseja regalar perlas en el día de la boda, pues simbolizan el llanto y se interpretan como mal augurio de los años de relación que empezaban. Símbolo de mala suerte, regalar perlas estaba tan mal visto como llevarlas, costumbre que, con los años, ha ido perdiendo fuerza, aunque no deja de tener su valor poético y cultural.
Lágrimas de felicidad
Siguiendo con esa tradición, las perlas que no se regalaron se pueden ofrecer ahora como símbolo de lágrimas no de amargura, sino de felicidad. Por eso, celebrar el aniversario de tus bodas de perla tiene todo el sentido, como un éxito de la pareja que no solo no transitó por un valle de lágrimas, sino que las convirtió en dicha.
Por todo ello, se impone una celebración con su buena mesa, y un menú para la ocasión. Si hablamos de perlas y ostras, y si el mes incluye una erre, entonces podremos disfrutar de una buena docena de ostras del Atlántico, como símbolo de esos treinta años de amor perfeccionado con paciencia y dedicación.
Por nuestra parte, ofrecemos no solo una gastronomía a la altura, si no la decoración para unas bodas de perla más de tu agrado. ¿Y cómo se materializa un evento así? Déjalo en nuestras manos. En Villa Laureana, tenemos experiencia y muchas horas de vuelo. Te esperamos.